La Casa Mínima se encuentra en el Pasaje San Lorenzo, en el barrio de San Telmo. Lleva escrita en sus paredes una peculiar historia de negros esclavos y sus vivencias en el Río de la Plata.
Esta vivienda, ubicada en el 380 del Pasaje, es la más angosta que conserva la ciudad de Buenos Aires, su frente no alcanza los 2,50 metros de ancho. Tiene una fachada exterior lisa, con una pequeña entrada y una puerta pintada de verde atravesada por una cerradura de hierro. En la planta superior asoma un balconcito con barrotes verticales de hierro, desde donde se esconde una ventana de dos hojas simétricas y dos cortinas iguales pliegue a pliegue. Por sobre la cornisa aparecen algunas plantas que dejan ver a los cimientos a través de los viejos y descascarados materiales. Se calcula que es de principios del siglo XIX, y junto con la casa de María Josefa Escurra, en Alsina 455/63, son los dos únicos ejemplos de arquitectura civil de ese tiempo.El 25 de Mayo de 1812, el Triunvirato decretó la prohibición del comercio de esclavos dentro del territorio de las Provincias Unidas. Un año mas tarde se declaró la «libertad de vientres» por lo que los hijos de esclavas nacidos después de dicha fecha fueron hombres libres.
La transformación del estatuto de los esclavos, que pasaron a ser "libertos», condujo a la separación entre estos y sus amos generando la necesidad para los negros de procurarse una vivienda. Es aquí, donde comienza la historia de la Casa Mínima. Según la leyenda popular, esta vivienda perteneció a un esclavo a quien le fueron devueltos sus derechos con la abolición de la esclavitud, pero al ser solamente un «liberto» le correspondió una parcela pequeña. Pero el arquitecto José María Peña, director del Museo de la Ciudad, tiene una versión diferente. Dice que entre los años 1860 y 1872, Pedro Beare, levantó un Plano Catastro de la Ciudad, el cual no sólo ilustra sobre el nombre de los propietarios de los distintos terrenos, sino que también muestra la dimensión de los solares y las construcciones levantadas en ellos. En la parte correspondiente a la cortada de San Lorenzo, aparece la señora Magdalena Buthner, como propietaria de la parcela señalada en el plano con el nº 111, con una extensión de 16 metros de frente por 17 de fondo. Es en este terreno donde actualmente se halla la Casa Mínima. A partir de estos datos, Peña tiende a pensar que el problema del esclavo «liberto» se resolvió con la concesión por parte de los propietarios de una parcela reducida de sus terrenos a su antiguo sirviente. Según esta interpretación, la Casa Mínima nunca habría sido independiente, sino sería parte de una propiedad mayor.
Según la revista Buenos Aires nos cuenta, «en general estas casas de reducidas proporciones eran para los esclavos "libertos" a quienes sus antiguos dueños les asignaban, dentro de su propiedad, un espacio reducido para que levantaran sus viviendas de hombres libres». Pero, cuando los «libertos» fallecían, la propiedad volvía a sus dueños originales.
Como quiera que haya sido, la Casa Mínima es un recordatorio arquitectónico de un pasado en que la negritud formó parte de la realidad porteña.
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