Entre las enmarcadas paredes y junto a las mesas de roble y mármol verde del café se sentaron Alfonsina Storni, Bentino Quinquela Martín, Carlos Gardel, Federico García Lorca, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, El Rey Juan Carlos de Borbon, Juan Manuel Serrat, Atahualpa Yupanqui y Hillary Clinton.
El Café es el más antiguo de la cCiudad y todavía sigue en funcionamiento. Las mesas de marmol y madera, las fotos viejas en las paredes, su menú tradicional, los mozos y la clientela porteña lo convierten en el arquetipo del bar de Buenos Aires.
En la actualidad sigue siendo un lugar de difusión cultural y turismo por excelencia; se encuentra en Av. de Mayo 825.
Patrimonio Cultural de Buenos Aires
domingo, 24 de octubre de 2010
Hospital Argerich
El hospital General de Agudos "Dr. Cosme Argerich" es uno de los hospitales públicos metropolitanos de la ciudad de Buenos Aires. su dirección es Pi y Margal 150, y se encuentra dentro del barrio de La Boca.
El antecedente mas antiguo es la "Estación Sanitaria de La Boca", inaugurada en 1897. Una semilla sale de auxilios constituída por los mismos vecinos. El edificio central del hospital fue construído en 1895.
En la década del `60 se produce un gran cambio con la creación de las residencias lo que provoca un mejoramiento en la formación médica.
A fines de los `80 se creó el área de diálisis y transplantes renales.
El antecedente mas antiguo es la "Estación Sanitaria de La Boca", inaugurada en 1897. Una semilla sale de auxilios constituída por los mismos vecinos. El edificio central del hospital fue construído en 1895.
En la década del `60 se produce un gran cambio con la creación de las residencias lo que provoca un mejoramiento en la formación médica.
A fines de los `80 se creó el área de diálisis y transplantes renales.
Monumento al trabajo
El monumento al trabajo consiste en 14 figuras las cuales representan el esfuerzo común y el triunfo. Fue realizado por el escultor Rogelio Yurtia. Y es conocido por el nombre de canto al trabajo. Se ubica en la zona sur de Buenos Aires en el barrio de San Telmo. El monumento tiene grupos de figuras enlazadas entre sí, en un movimiento circular. Los primeros una piedra, como si el trabajo fuera una pesadilla. Sus manos están crispadas. Son los que, sin coraje, viven el trabajo como una condena. El segundo grupo transimte una gran fuerza. Lo cierra un hombre que se yergue con los brazos en alto ; Le canta al trabajo. Delante de él, un grupo de chicos estira sus brazos en alto. Están liberados. No arrastran nada. Acutalmente esta en mal estado pero aunque se puso un reja se estima que empeorará ya que no tiene candado, y debido a esto es posible que grupos de personas perjudiaciales puedan aumentar el mal estado de este glorioso monumento, el cual se ubica en Avenida Paseo Colonia al 800.
Caminito
Su trazado sinuoso se debe a que sigue el cauce de un arroyo que fluyó hasta principios del siglo XX. La zona era conocido popularmente como "Puntin" (diminutivo de "puente" en dialecto genovés).Hasta 1920, por la calle pasaba el tren que iba hasta las afueras de la ciudad de La Plata, al sur de Buenos Aires.
En la década de 1950, un vecino decidió limpiar y recuperar el terreno. Convocó en su ayuda al pintor boquense Benito Quinquela Martín, quien bautizó la calle de 100 metros como "Caminito" por el famoso tango de 1926 de Gabino Coria Peñalosa y Juan de Dios Filiberto (la letra del tango se refiere a un camino en la provincia de la Rioja).
Lo que la hace tan especial: es una calle pequeña como particular. En ella no hay puertas. Sus paredes pintadas de diferentes colores nos recuerdan a Venecia. Hay todo tipo de murales, cerámicas y distintos adornos.
Hoy es una calle turística. No solo visitada por los extranjero, sino por argentinos de todo el país, orgullosos de ese lugar tan pintoresco.
Plaza Dorrego
Antiguamente a este lugar se lo denominaba Hueco del Alto o Alto de las carretas, era allí donde los carros tirados por bueyes se detenían antes de cruzar el arroyo Tercero del Sur (hoy calle Defensa y Pasaje San Lorenzo) en su trayecto al centro de la ciudad.
En esta plaza, distintos puesteros exhiben y venden numerosas antigüedades, trabajos en herrería, platería, cerámica, murales orfebrería y todo tipo de objetos de antaño.
En la feria de antigüedades de San Telmo, también la nostalgia, a través del tango y la milonga, está presente en distintas esquinas, donde cantantes, bailarines y músicos dan rienda suelta al baile y canto popular.
El Museo Penitenciario
El Museo Penitenciario Argentino Antonio Ballvé es una institución dedicada a coleccionar, preservar, estudiar y comunicar el acervo histórico, social y cultural de la actividad penitenciaria federal.
*Lleva el nombre de quien fuera el director de la Penitenciaría Nacional junto a José Ingenieros y está ubicado en el edificio construido en 1760 por el arquitecto Antonio Masella para la Casa de Ejercicios Espirituales de los jesuitas instalados en la vecina Iglesia de San Pedro Telmo.
*El predio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1982.
El edificio del Museo Penitenciario Antonio Ballvé guarda la historia de monjes jesuitas, meretrices, religiosos Bethlemitas, depósitos cerealeros, monjas guardia cárceles, el secreto del apodo de “La Raulito”, detenidas del asilo correccional de mujeres, pasando por la historia de San Martín como penitenciario, hasta objetos de requisas.
El lugar donde funciona hoy el Museo Penitenciario Antonio Ballvé (Humberto I 378, al lado de la Iglesia San Pedro González Telmo) y la Academia Superior de Estudios Penitenciarios, es uno de los ejemplos de arquitectura colonial más intactos del Casco Histórico de Buenos Aires y un repositorio profundo de la historia de San Telmo.
Quienes tuvieron la suerte de ver su amplio patio interno y sus largas arcadas blancas, saben que este sitio es una especie de cápsula del tiempo donde uno siente los fantasmas del pasado moviéndose entre las sombras y salones.
El terreno que hoy ocupa el museo era parte del complejo jesuítico de La Iglesia de San Pedro González Temo (anteriormente La Iglesia de Nuestra Señora de Belén), que fue formalmente cedido por el Cabildo a los monjes jesuitas, quienes tenían su centro administrativo en la Manzana de las Luces.
En el año 1735, las dos manzanas que abarcan desde la calle Defensa a Balcarce y desde Balcarce a la actual Paseo Colón (que en esa época era la orilla del Riachuelo) fueron convertidos por ellos en la iglesia y su escuela. Quince años después, terminaron de construir una casa de retiro espiritual para hombres, y el conjunto fue conocido durante mucho tiempo como “La Residencia”. La iglesia de San Pedro González Telmo era parte del complejo jesuita de América del Sur y, cuando fueron expulsados por orden del Rey Carlos III en 1767, fue allí donde se concentraron muchos para partir del continente.
En 1795 se establecieron los padres Betlehemitas, quienes mantuvieron un hospital en el sitio, hasta que unos años más tarde se convirtió en la casa de las meretrices: “mujeres de vida disipada”, explica el director del Museo, Alcalde Mayor y museólogo Horacio Benegas. “Venían acá presas, las guardaban acá, pero eso no duró mucho”.
Quienes tuvieron la suerte de ver su amplio patio interno y sus largas arcadas blancas, saben que este sitio es una especie de cápsula del tiempo donde uno siente los fantasmas del pasado moviéndose entre las sombras y salones.
El terreno que hoy ocupa el museo era parte del complejo jesuítico de La Iglesia de San Pedro González Temo (anteriormente La Iglesia de Nuestra Señora de Belén), que fue formalmente cedido por el Cabildo a los monjes jesuitas, quienes tenían su centro administrativo en la Manzana de las Luces.
En el año 1735, las dos manzanas que abarcan desde la calle Defensa a Balcarce y desde Balcarce a la actual Paseo Colón (que en esa época era la orilla del Riachuelo) fueron convertidos por ellos en la iglesia y su escuela. Quince años después, terminaron de construir una casa de retiro espiritual para hombres, y el conjunto fue conocido durante mucho tiempo como “La Residencia”. La iglesia de San Pedro González Telmo era parte del complejo jesuita de América del Sur y, cuando fueron expulsados por orden del Rey Carlos III en 1767, fue allí donde se concentraron muchos para partir del continente.
En 1795 se establecieron los padres Betlehemitas, quienes mantuvieron un hospital en el sitio, hasta que unos años más tarde se convirtió en la casa de las meretrices: “mujeres de vida disipada”, explica el director del Museo, Alcalde Mayor y museólogo Horacio Benegas. “Venían acá presas, las guardaban acá, pero eso no duró mucho”.
VUELTA DE ROCHA.
La Vuelta de Rocha es el alma de la Boca. En tiempos de Rosas llevó el sugestivo y poco elegante nombre de "Puerto de los Tachos", pero, en compensación, fue la primera calle que se pavimentó en el barrio, con esos buenos adoquines desparejos de otras épocas que aún hoy destrozan los zapatos del turista. Amenizada por cafetines de alegres nombres, como "El Rey del Chupín" o "La Taberna del Capitán Tito".
Se denomina así un sector del Riachuelo que forma un meandro bastante amplio, que durante mucho tiempo perteneció a un estanciero llamado Antonio Rocha. En la actualidad, existe en esta zona una plazoleta a la que los genoveses llamaban “de los Suspiros”, ya que en ella se reunían todos los paisanos a recordar su tierra natal. Aquí el Almirante Brown instaló parte de sus barcos para encarar la defensa de la ciudad frente
La Vuelta de Rocha es el feudo de Quinquela Martín, quien le ha dado una fisonomía muy particular. Semicírculo de edificios que la invención de un pintor supo transformar en belleza.
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